Hola que tal. En esta ocasión quiero platicarte sobre lo que he denominado Felicidad Profunda. Pero antes te voy a plantear, lo que a mi juicio son las ideas más comunes que tenemos sobre la felicidad.
Me resulta fascinante pensar en el hecho de que todas las personas en el mundo buscamos, aunque algunos con mayor consciencia que otros, ser felices. Todos anhelamos ser felices desde lo más profundo de nuestros corazones.
La pregunta interesante es ¿por qué no todos somos felices? y la respuesta que he encontrado después de algunos años de vida es porque la estamos buscando en donde no está. Pensamos que la felicidad llegará cuando se cumplan una serie de planes, cuando se alcancen determinadas metas en nuestra vida, o cuando encuentre a la pareja ideal y tengamos a los hijos ideales, que a su vez de casen con parejas ideales y nos den unos nietos ideales, cuando tenga el trabajo ideal, etc., etc. Pensamos que la felicidad es un trofeo que se nos dará si somos buenas persona y realizamos todos nuestros sueños, es un logro que hay que perseguir.
Cuando nuestra felicidad depende de determinadas circunstancias o del comportamiento de otras personas, está destinada a ser una felicidad inalcanzable o en el mejor de los casos muy efímera, pues no tenemos control sobre las personas ni sobre las circunstancias que se nos presenten en la vida.
Basta recordar algunas estrofas de la popular canción “Felicidad” de Armando Manzanero, aquí las dos primeras:
Felicidad, Hoy te vengo a encontrar, Cuanto tiempo huiste de mí.
Felicidad, No te vuelvo a dejar, No podría vivir ya sin ti.
Armando Manzanero
Esto refleja el concepto popular y generalizado sobre la felicidad, sobre esa felicidad elusiva y efímera que está basada en circunstancias externas, como lo dice la cuarta estrofa de la canción de Manzanero:
Al mismo cielo, Lo miro con otro color, Nada es nuevo, Solo que te conocí.
Armando Manzanero
Sin embargo, todos quisiéramos una felicidad permanente, una que no dependa de ninguna circunstancia externa o de mi relación con determinadas personas.
Hay otro tipo de felicidad, cuya principal diferencia con la anterior es que es permanente, no depende de ninguna circunstancia externa ni de determinadas personas. Esta felicidad no es el resultado de algo, no es un logro, es más bien un estado natural y esencial del ser. A esta felicidad la he llamado Felicidad Profunda.
Esta Felicidad Profunda, este estado del ser, no hay que desarrollarlo, sino simplemente recordarlo, pues es parte de nuestra esencia y lo único que ha pasado es que nos hemos olvidado de éste por todos los condicionamientos que hemos adquirido desde nuestra infancia.
La única forma que yo he encontrado para recordar este estado de dicha al que he llamado Felicidad Profunda es a través de la meditación, específicamente de la meditación de la Atención Plena, la cual es la base de mi método.
Esta diferencia entre felicidades me recuerda el chiste del borracho que está a gatas en la calle frente a su casa a las 4 de la mañana. Un policía que pasa le pregunta si está bien, si le puede ayudar en algo. El borracho le contesta que está buscando las llaves de su casa que se le cayeron al piso. El policía le pregunta que por dónde se le cayeron, a lo que el borracho le contesta, por allá. El policía perplejo le pregunta, ¿si se le cayeron por allá, por qué las está buscando aquí? El borracho le contesta, porque aquí hay más luz.
Te invito a que dejes de buscar la felicidad fuera de ti y empieces la aventura de recordar ese estado de dicha que está en lo más profundo de tu ser y que está esperando a ser recordado. Para descubrir cómo la Terapia Gestalt Basada en Atención Plena (TGBAP) sustenta nuestro viaje hacia la Felicidad Profunda, continúa leyendo en el siguiente artículo. Profundizaremos en los orígenes y la esencia de este enfoque transformador.
Manuel Dovalí